La muchacha luce oronda un nuevo vestido. Hecho a su medida, ajustado a su figura estilizada, camina convencida de verse bien con él. Al parecer, no le molesta el rótulo dorado impreso en la pieza por las zonas del pecho y los glúteos: Sexy. Más bien le agrada, está a la moda y reafirma su belleza, eso cree, pero ignora que la tendencia a adornar el atuendo con palabras y frases similares a esa, sobre todo en ciertas zonas del cuerpo, constituye una de las tantas formas en que se presenta la violencia simbólica, la más común y menos visible de las agresiones hacia las mujeres.
Nadie se escandaliza al ver ese vocablo, o cualquier construcción parecida, en las prendas femeninas, lo mismo en blusas, vestidos, shorts o blúmeres. Sexy girl, Se permite tocar, Smart sexy, Kiss, Ámame en cámara lenta, Tú tienes la clave, entre otras grafías acompañadas de símbolos, resultan una clara muestra de la cosificación de la mujer, de la propensión a relegarla al papel de objeto, hecho para el placer y disfrute masculino, pero cuentan con la anuencia de casi todas, que las aceptan como normal, con actitud acrítica.
Igual sucede con la imagen que proyectan la gran mayoría de los vídeo-clips musicales, las letras de muchas canciones, o hasta spot publicitarios, donde exponen a la mujer en situación de desventaja, pasiva, confinada a sus funciones domésticas o como mera espectadora de la superioridad masculina. Sin embargo, pocos perciben el estado de denigración que encierran dichas representaciones, pues se han naturalizado de manera tal que es difícil reconocerla como una forma de violencia.
Y es esa suerte de invisibilidad, esa dificultad para advertir la agresión por no hallarse un agresor definido, el principal peligro de la violencia simbólica, pues esta, contrario a otras manifestaciones de maltrato, no es evidente. Es solapada, sostenida en el tiempo, pervive en nuestras conversaciones cotidianas, en las frases, los chistes sexistas y misóginos, los gestos, mientras forman parte de nuestras expresiones culturales. Continue reading →